Por Odalis Susana Gil
En primer lugar, es importante reconocer que la decepción es una emoción humana normal. Todos experimentamos decepción en algún momento de nuestras vidas, incluso en las áreas más importantes para nosotros, como la fe. Sentirse triste, enojado o confundido después de una decepción en la Iglesia o grupo ministerial es completamente válido.
La Iglesia, como institución formada por seres humanos, puede verse afectada por fallas y errores. Sin embargo, en estos momentos de aflicción, es importante recordar que la esencia y la belleza de la Iglesia trascienden las imperfecciones humanas.
En primer lugar, te animo a recurrir a la oración y a buscar consuelo en la presencia amorosa de Dios. El Señor siempre está cerca de aquellos que sufren y escucha nuestras peticiones con amor y comprensión infinitos. Encuentra refugio en la comunicación con Dios, quien entiende tus emociones y te ofrece paz interior.
Además, es beneficioso buscar orientación espiritual y apoyo en la comunidad de fe. Conversar con un sacerdote, un consejero espiritual o un amigo de confianza puede brindarte una perspectiva edificante y fortalecedora. La comunidad es un lugar de encuentro, comprensión y apoyo mutuo, donde podemos hallar consuelo y compañía en momentos difíciles.
Es esencial recordar que la Iglesia, a pesar de las frailidades humanas, es un reflejo del amor divino y un lugar de sanación. A medida que recorremos nuestro camino espiritual, es natural encontrar desafíos y desilusiones, pero también es una oportunidad para crecer en la fe y la comprensión.
Reflexiona sobre la situación. ¿Qué fue lo que te decepcionó exactamente? ¿Fue algo que una persona hizo o dijo? ¿Fue una decisión tomada por la iglesia? ¿Fue algo que descubriste sobre la iglesia o el grupo que que no sabías antes?
Considera tomar un descanso. Si la decepción te ha causado mucho dolor, puede ser útil tomar un descanso del ministerio por un tiempo. Esto no significa que tengas que abandonar tu fe, pero puede darte espacio para procesar tus emociones y reavivar tu relación con Dios.
Busca otras comunidades de fe. Si no te sientes cómodo en tu iglesia actual o ministerio , puedes buscar otras comunidades de fe que se ajusten mejor a tus necesidades.
Finalmente, te invito a reflexionar sobre la enseñanza de Jesús acerca del perdón y la misericordia.
Perdonar a aquellos que nos han decepcionado en la Iglesia puede ser un proceso desafiante, pero es un acto que nos libera y nos permite continuar nuestro camino espiritual con un corazón renovado y lleno de amor.
En medio de las dificultades, siempre podemos confiar en el poder transformador de Dios y en su amor incondicional. Que la sanación interior y la esperanza renazcan en tu corazón, fortaleciendo tu fe y recordándote que no estás solo en este viaje espiritual.