Por. Odalis Susana Gil
Cada uno de nosotros, como hijos de Dios, está destinado a una conexión íntima y personal con nuestro
Creador. Según la doctrina católica, no fuimos creados para vivir en aislamiento, sino para nutrir una
relación profunda con el Señor a nuestro lado. Es en este maravilloso encuentro con la divinidad donde
encontramos verdadero significado, paz y alegría en nuestras vidas.
Para permitir que el Señor reine en nuestras almas, es esencial abrir nuestros corazones a Su amorosa y
misericordiosa presencia. A través de la oración ferviente y constante, nos conectamos con Él y
permitimos que Su gracia divina nos transforme desde adentro. En cada momento de oración,
experimentamos el amor incondicional de Dios, que nos abraza y fortalece incluso en los momentos de
duda y debilidad.
La doctrina católica nos insta a profundizar en nuestra fe y formación teológica para conocer a Dios en
un nivel más profundo y comprender Su voluntad en nuestras vidas. Mediante el estudio y la meditación
de las Sagradas Escrituras, los escritos de los santos y la enseñanza de la Iglesia, adquirimos
conocimiento y sabiduría que enriquecen nuestra relación con el Señor y nos preparan para enfrentar los
desafíos del mundo con una fe sólida.
Además de la oración y la formación teológica, la sanación interior también es fundamental en nuestra
relación con Dios. Según la doctrina católica, a través del sacramento de la confesión, podemos
experimentar el perdón y la reconciliación con el Señor. Esta sanación interior nos libera del peso del
pecado y nos permite entrar en una comunión más plena con Dios, renovando nuestra fe y nuestra alma.
En nuestra búsqueda por permitir que el Señor reine en nuestras almas, es importante recordar que
somos seres imperfectos y que el camino espiritual está lleno de altibajos. Sin embargo, encontramos
consuelo en las enseñanzas de la Iglesia, que nos ofrece una guía clara y amorosa en nuestro viaje
espiritual. A través de la gracia de los sacramentos, la comunión con los hermanos y hermanas en la fe y
el testimonio de los santos, experimentamos la presencia y el amor de Dios de manera tangible.
Recordemos siempre que el Señor desea reinar en nuestras almas. A través de la oración, la formación
teológica y la sanación interior, permitamos que Su luz brille en nosotros y transforme nuestras vidas. Al
abrir nuestros corazones a la voluntad divina, encontramos una paz y alegría inigualables mientras
seguimos el camino que nos conduce a un encuentro eterno con nuestro Creador.
Encomendemos nuestras almas al Señor y permitámosle reinar en cada aspecto de nuestras vidas